domingo, 6 de septiembre de 2015

Toc, toc

Toc, toc. La puerta cruje alguien llama. Acudo a abrirla, pero sólo la noche y la brisa me aguardan. Toc, toc. Suena de nuevo, no puedo moverme el frío me hiela los huesos. Toc, toc. Vuelve a sonar, y a la puerta me vuelvo a acerca.
“¿Quién va?” Preguntó con pavor, una voz en susurros me contesta que yo. Abro la puerta buscando algún fin, pero en el cielo me veo reflejado sin ti. Parpadeo y la imagen se ha esfumado.
Cierro la puerta y me acurruco en el sofá, y en la habitación resuena un leve tic tac. El cuco marca las doce menos un minuto, justo hace un año fue la última vez que estuvimos juntos.
Tic toc. La puerta vuelve a sonar. Abro la puerta con cuidado, pero sé que me he de asomar. Tu rostro me mira frío y sereno, mi alma se destroza como hace ya un invierno.
La felicidad recorre mi cuerpo, al verte de nuevo aquí. Pero tus ojos son fríos, casi eternos. Tu mirada se pierde más allá del momento. La frialdad de tu rostro recuerda el momento en que te acompañe en tu entierro. Momento que revivo cada año, esta noche, otra noche como la de hace tanto tiempo. Tanto tiempo ya pasado que no logro recordar los motivos del por qué te he matado.

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