Catalina llora porque Lorenzo no la mira. Se siente sola
mientras su corazón se encoge. En la noche ve a las parejas refugiarse
en la oscuridad, amantes fugitivos que a veces se quieren comer y otras
se matan a gritos. Pobre Catalina que en la noche solo ve desesperación,
siente frío como el hielo, como la noche fría. Catalina se imagina con
Lorenzo cual pareja cogidos de la mano y sonríe pero al momento se le
olvida y es que Lorenzo no la mira, su mejor amiga Soledad la abraza y
ella acepta el abrazo eterno.
Un instante ocurre lo inesperado, Lorenzo se queda inmóvil,
imponente, piensa Catalina que se acerca impaciente, se queda quieta
delante de Lorenzo, desea hablarle pero las palabras no le salen,
contempla su dorado rostro, ella tan fría y el tan caluroso. Su luz la
ciega, se acaba el tiempo y Catalina sigue su camino, de nuevo Soledad,
va en busca de su abrazo nocturno.
Lorenzo sonríe esperando volver a salir, solo para ver por
un instante la espalda de Catalina, pero ella nunca se dará cuenta, nunca
lo sabrá, que Lorenzo siempre su mirada eterna posará sobre su espalda y
Soledad, celosa, siempre quedará entre los dos, para la eternidad.
Que fría Catalina, que caluroso Lorenzo, que cálida Soledad.- Gloria Carrasco.
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