jueves, 10 de agosto de 2017

La verdad de tus palabras por Leticia Meroño


Y vuelves a restaurar mi alma, juntando las piezas que, un día, al caer al suelo se hicieron añicos. Y tú, con tu paciencia y la suavidad de tus manos, las reconstruyes una a una. Despacio nace una sonrisa en mis labios y el dolor se apacigua. En mi mente escucho tu voz: «no hay mal eterno», me dices. Y yo pienso: «a tu lado no existe el mal». No lo pronuncio, pero tú sabes leer mi mirada, tú, y solo tú, eres dueño de todas mis desdichas, y muchas de ellas jamás las escuchaste, y no importaba, tú siempre estabas para recomponer mi ser.
Aquellas palabras que un día lanzaste al aire, aquellas que grabaste en mi corazón, eran tan ciertas como lo eres tú. Ángel de mis días, Ángel de mis miedos, Ángel de mis sueños. Yo caigo y tú alzas el vuelo mientras sostienes mi mano, y me coges en brazos cuando la fragilidad de mi cuerpo no me permite volar. Me recompones haciendo que vuelva a encontrar la alegría que vive en mi interior. Solo tú sabes quién soy, solo yo sé quién eres tú; y juntos somos uno, la cara oculta de la luna.
Tus manos me acarician, tus ojos me sonríen, mi corazón late con la paciencia de la eternidad. Cierro los ojos y remenoro tus palabras una y otra vez:
«Siempre estaré contigo»

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