sábado, 22 de agosto de 2015

Ausencia

Me levanto con tu ausencia en esta fría cama, las sabanas vacías me recuerdan aun el aroma de tu piel. Contemplo las sabanas desechas tantas veces por los dos, la almohada en la que tu cabeza reposaba junto a mi y en la que compartimos tantos sueños. Observo el sol a través de la ventana, que tantas veces nos enseño el mundo a ambos, y sus rayos me recuerdan tu rubio cabello como el trigo madurado.
Me levanto en esta fría casa sin tu presencia, camino solitario en silencio por los vacios rincones de mi vida. Miro mi reflejo en el espejo, pero de mi no queda nada. Con tu marcha perdí mi esencia, mi alegría, mi propia alma.
Asomo temeroso la cabeza al salón, aun deseando que estés allí. Veo tu fantasma abrazada al cojín mientras miras el televisor como tantas veces hacíamos juntos. Me siento en él y dejo que mi mente se sumerja en momentos más felices, en días en los que el tacto de tu piel compartía un miso espacio con el mío, tiempo en el que la brisa de la mañana entraba por la ventana y se mezclaba con tu perfume antes de que llegase a respirarlo.
Suspiro profundamente y me encamino a la cocina, abro el frigorífico y siento en mi propia alma el vacio que refleja sus estantes. Un cartón de leche y dos huevos es lo único que queda de nuestra vida.
Lo cierro, como cerrado tengo el estomago y el corazón desde que te vi marchar. Me arrastro por el suelo sin rumbo, sin saber que mas hacer o a donde ir.
Me siento perdido, confuso, sumergido en esta oscura erial que me rodea y de la que no puedo escapar sin ti.
No puedo soportar tanto dolor, el alma grita libertad y se me quiebra al recordar cómo te fuiste en un suspiro. En tu última mirada, en tu dulce sonrisa, en tu ultimo beso.
No puedo más, necesito escapar de estas paredes que me encierran en mi propia piel, estos muros que se alzan y encierran mi alma quebrada que solo anhela fundirse de nuevo con la tuya, estos absurdos ladrillos que me impiden verte más allá de mi recuerdo, más allá de mis sentidos, más allá de mi mismo.
Me estoy volviendo loco, corro incesante por la casa, busco tu presencia, tu fragancia, te busco a ti, pero sé que ya no estás. Ya nada podrá devolverte a mi. Por eso amor mío te ruego que me esperes, no te alejes demasiado, este camino ha de ser nuestro reencuentro, debemos vivirlo juntos y recorrerlo hasta el fin como una sola persona, como un solo corazón, como una sola alma.
Mientras escribo estas líneas el fuego recorre mis venas e incendia mis sentidos, el corazón se desborda y mis huesos quieren salir de su cárcel. Dentro de poco amor mío, el veneno ara su función y al fin podremos volver a fundirnos desde tu defunción.

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