Bal'az'uq no solo cambió el curso de la guerra igualando de nuevo las fuerzas, sobreponiendo la superioridad numérica y de preparación de las tropas hiavianas, tambien cambió el curso de la historia para siempre.
De talla baja y cuerpo delgado, ojos verdes almendrados, barba de chivo y una gran sonrisa en su boca que siempre lo acompañaba incluso en las batallas más complicadas. Asi era el primer humano en controlar los elementos y el primer ser vivo en controlar los cuatro. Desde el momento en que lo hizo en la ciudad de Uq una ley no escrita cambio. Los elementales y los humanos que nunca se habían mezclado entre ellos, comenzaron a hacerlo dando fruto a una raza nueva, la primera nacida por la unión de otras dos. Con el tiempo esta nueva raza acabaría por ser la que dominara en Uq. Aun asi la convivencia en Uq entre balianos humanos y bil'uus era buena. Gracias a Bal'az'uq y su gran poder la guerra tuvo por fin una paz de varios años, en los que varias ciudades fueron fundadas y el comercio entre humanos fluyó. Esto generó una cierta estabilidad y prosperidad, y aquello logro que aquel hombre fuera visto como una especie de salvador por todos los bandos pues había traído felicidad y paz a un mundo cansado y devastado por la guerra.
Pero todo lo bueno se acaba y la sangre regó la tierra una vez más. Los hiavianos no habían estado ociosos prepararon un meticuloso plan para destruir Uq para siempre.
El día del solsticio del año veintidos mil setencientos setenta y dos o lo que es lo mismo el año trescientos setenta y cinco mil a.C aproximadamente, Uq se vio envuelta en una tormenta con huracanes como no se habían visto jamás. Las murallas estallaban en pedazos cuando recibían un relámpago o el impacto de un aerolito gigantesco. Aun asi pocas casas o edificios fueron dañados gracias a la rápida intervención de los biluus que podían controlar los elementos aunque no con gran maestría y por supuesto de los balianos y sus poderosas cúpulas de tierra. La primera batalla no fue la que más víctimas produjo pero sí la que más daño provocaría a largo plazo.
Tras las primeras embestidas los balianos consiguieron organizarse siguiendo la poderosa voz de Bal'az'uq y salieron por la enorme puerta de granito que se abrió ante el rey de su ciudad con un leve movimiento de mano. Justo ante la puerta miró al cielo nublado, los rayos y los granizos y alzando sus manos desgarró el aire con su portentosa voz 'no quiero nubes sobre mi ciudad' y un poderoso torbellino surgió entre las nubes que las deshizo dejando un cielo soleado. Salieron los uqianos al campo de batalla y al fin las huestes de ambos bandos se tuvieron de nuevo frente a frente.
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