Marcado de soledad pasaba los días,
hasta que te encontré;
risueña, llena de vida.
Me envuelvo con tu dulzura,
la que desprendes en mi presencia,
y me pierdo en tus ojos,
una mirada que muestra tu admiración
y todo por mí.
Cómo no caer rendido por ti
si al encontrarnos
te vuelves amor.
Precioso poema, ¡vive Dios que sí!
ResponderEliminarMuchas gracias, un canto al amor y a la admiración.
Eliminarenxelente!!! me encanto mucho este poema.
ResponderEliminarGracias, Rachel! Muy feliz de que te guste
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