martes, 4 de julio de 2017

Colaboración: Última Llamada. Una Historia de Amor (Capítulo VII)



VII

Miro ahora el reloj. Y me veo a mí mismo como si saliera por primera vez de un callejón, un callejón donde duermen los perros abandonados envueltos en la neblina. ¿Por qué será?

Un día nuevo empieza, es verdad. Ahora son las ocho y media. Una hora como otra cualquiera. Solo que ya debieran haber llegado los del Samur, después de tu llamada a las ocho menos cuarto. Aunque, quizá, haya influido que el tráfico se pone muy pesado por

los autobuses de los colegios que circulan a estas horas de la mañana. Y, además, estamos a primeros de mes y la gente coge mucho el coche, porque las carteras están todavía repletas. Pero no tardarán en llegar. Si en diez minutos no aparecen, llamaré yo de nuevo.

En la espera, te cojo de la mano, Ángela, como tantas otras veces, miles de veces, he hecho en este mismo sitio. Lucho porque se te mantenga caliente, entre las mías, pero la muerte avanza como un ejército de escarcha. Y, para evadirme, te imagino navegando conmigo en un sueño infantil y eterno, inocente y blanco, como yo creo que fue toda tu vida.

Colaboración de: Francisco Rodríguez Tejedor. 

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