Volaba solitaria en un prado donde el verde del suelo junto a los colores vivos de las flores creaban un paisaje acorde con el de su propia belleza.
Y sus días pasaban uno tras otro sin demasiado que hacer. De flor en flor, de árbol en árbol; pero ella era feliz pues su labor era esperar.
Y como en ocasiones ocurría, una noche apareció en su jardín una niña asustada que corría sin una dirección concreta.
Se acercó hasta ella y la pequeña al oír su voz, a pesar de la dulzura que desprendía, sintió aún más miedo.
Intentó tranquilizarla pero las sombras que los árboles proyectaban, el ruido que generaba la propia naturaleza y la oscuridad de la noche no era un ambiente que la ayudase.
Cansada le dijo: «Mañana con la luz del sol verás lo que ahora no eres capaz de ver», y dejó a la niña con sus sollozos incontrolados.
Con el primer rayo de sol la niña observó lo que ante sus ojos se iba mostrando; y una vez amanecido por completo no pudo ni pronunciar palabra, el lugar era tan bello y mágico que quedó asombrada.
El hada se acercó hasta ella despacio y la pequeña tendió su mano para que se posara en ella. Aún enmudecida expresó con un gesto la duda que la invadía. El hada habló de nuevo: «El miedo no te dejaba ver».
Muy bonito >.< me recuerda un poco a Blancanieves, al momento en que escapa por el bosque. Me gusta ver un poco una metáfora de lo que nos ocurre en algún momento de ansiedad.
ResponderEliminar¡Gracias! ¡Un abrazo! :D
Gracias por pasarte y comentar. Un abrazo!
EliminarPrecioso cuento con moraleja, y es que a veces los árboles no te dejan ver el bosque...Un gusto leerte, como siempre.
ResponderEliminarMuchas gracias, Laura. Me alegra que te guste y que sigas todos mis escritos es un honor!!
EliminarMuy chulo. Se lo contaré s nis niños
ResponderEliminarGracias :)
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