Estaba tan triste como la canción que a sus oídos llegaba. Una armonía decadente de sentir amargo, y en sus letras, el dolor de la vida.
Amor, desamor, enfrentamientos y engaños. De cada palabra hacía su tortura y de cada nota su zozobra. Y sin descanso, la melodía se repetía ensordeciendo sus sentidos.
Aturdido el raciocinio, no tardó en llegar el desequilibrio; resonancia marcada en el latido, hechos consumados que ahogan el sonido del arpa.
Y mientras, al otro lado, unas manos acarician las cuerdas llorando la muerte del ser amado.
Mi Pluma LMC
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