En cielo abierto espero su luz, fugaz a mis ojos. Con la rapidez del pensamiento te evoco, pero hoy no te quiero para mí, lejos quedaron los sueños de lo platónico, hoy pido por y para ti, con la esperanza de llegar a tiempo y con la ilusión de lo imposible. La ilusión que conservo, y es la fuerza de mi interior la que lo hará real, porque a pesar de todo mi corazón no alberga rencor. Dolor sí, aunque lo atenue en los vaivenes del tiempo, y quizá fue este el que decidió apagar mi deseo, porque si permanecía... el dolor siempre lo acompañaría.
La noche hoy no repartirá más luces de ensueño, con sus nubes cierra el telón. No quedan deseos para mí. Recojo mis cosas para regresar a casa, por última vez dirijo mi mirada hacia el horizonte, extiendo mi mano y respiro la angustia de la vida, el aroma que cada ser deja impregnado en el aire.
Aunque la melancolía sea mi licor me voy con la alegría de saber que yo solo deseo tu felicidad.
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