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jueves, 3 de agosto de 2017

Luz de luna por Leticia Meroño

Me atrae. Su luminosidad hace que mis ojos miren mientras mi alma se maravilla por el candor. Y saca de mí tanto dolor, el que crece con garras en mi interior rasgando cada célula de mi ser, haciéndome gritar con una desesperación desmedida. No sé quién soy.
Su magia apacigua toda la histeria que reconcome mi mundo, la que nunca formó parte de mí y no encuentro el modo de controlar. Lloro ante las injusticias que sufre mi persona. Y cada paso me crea una herida, cada pensamiento me muestra la realidad que tanto me niego a ver. Cierro los ojos y absorbo su poder, sé que bajo su influjo puedo con todo, y me rio, mis carcajadas retumban en la noche, veo la triste realidad, la que hiere mi corazón y no lo deja sanar. No estoy loca, el daño es tan real como el cuervo que vuela sobre mi cabeza. Su aleteo no me perturba, su luz es tan potente que me llena de fuerza convirtiéndome en quien siempre fui: fuerte y risueña. Mis ilusiones, las que guían mis pasos vuelven a mí, y visualizo lo que será el mañana porque así soy, visionaria, aunque nadie logre creer y teman por lo que soy capaz de entender antes de que suceda. Intento acallar la voz que me dicta la maldad de cada persona, pues allá donde miro los corazones están vacíos. Este no es mi lugar. No quiero el sufrimiento que creáis. Quiero recuperar mi alma decidida y aventurera que quedó atrapada ante tanta desilusión, ante tanto desprecio. Yo no estoy loca y ella es la única que lo sabe, y me habla bajito, me susurra al oído: «sigue adelante, eres la magia en estado puro, déjala fluir y aprende a convivir con la traición, con el dolor, no lo apartes porque te hace ser especial. No todo el mundo siente».
Su voz es cálida, como su luz. Sigo observando su grandeza, y recuerdo los rituales que en otro tiempo tuvieron lugar. Rio. Canto. Sueño.
Poco a poco va desapareciendo. Me despido de ella con miedo. Lloro y siento las garras destrozando mi corazón. El ahogo del pecho no me permite respirar. Escucho su aleteo y la quietud desaparece.
Me lamento porque soy yo la que hoy la traicionaré. Es tan grande la tragedia que se instaló en mí que la energía que me brinda no es suficiente. El presente me atormenta y el futuro me oprime. Estoy sola y sufro.
No estoy loca, yo puedo ver. Hoy detengo lo que ya no tiene solución, hoy salto al vacío.

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