Una lluvia de fuego descendía desde el infinito. Miles de esferas
incandescentes derramaban fuego en su descenso hacia la tierra. La
guerra había comenzado y nos había pillado por sorpresa a todos.
Los
Roneilianos llevaban años preparando la invasión, deseaban nuestro
planeta y ahora seria suyo. Las esferas de transporte de tropas
destrozaban todo lo que encontraban a su paso, enormes cráteres
moldeaban la superficie de la tierra. Los primeros en llegar fueron los
policías y bomberos, pero poco pudieron hacer ante sus avanzadas
maquinas de combate.
La gente gritaba horrorizada mientras corrían
sin sentido, el fuego y el humo lo inundaban todo a su alrededor y de
fondo solo se podía oír el eco de los rayos al ser disparados. Sus
tropas se contaban por millones.
Antes de que el ejército tan
siquiera pudiese prepararse, ciudades enteras habían sido convertidas en
ruinas y solo el fuego se alzaba en ellas. Miles de vidas se habían
segado en cuestión de horas. Las cenizas se desplazaban con el viento
que los ejércitos enemigos iban dejando a sus espaldas.
Los
tanques no servían contra los blindajes de esas apestosas maquinas
provenientes del espacio, los aviones eran perseguidos por miles de
diminutas esferas que no paraban de lanzar impulsos electromagnéticos.
Destacamentos enteros fueron aniquilados en segundos por esos malditos
bastardos provenientes del profundo abismo del espacio. Nada de nuestras
artes militares parecía hacer posible la victoria.
De esto hace
solo dos semanas. Dos semanas en las que hemos sido cazados, maltratados
y aniquilados. Nada queda de lo que conocimos queda en pie, ni
edificios, ni cultura, nada. Solo quedamos nosotros. Un reducido grupo
de humanos dispuestos a atormentar a nuestros enemigos hasta el fin de
nuestros días. Un reducto de vida en mitad de todo este caos y
destrucción. Un grupo de valientes que está a punto de saltar de nuevo
sobre nuestros enemigos.
Solo deseo poder regresar y continuar
escribiendo nuestros logros. Para que el mañana por el que luchamos
llegue, porque nuestros hijos vuelvan a tener un planeta en el que jugar
sin miedo a que los vean y los capturen para experimentar con ellos,
por volver a ser libres, por los caídos y porque se equivocaron al
escogernos como presa.
Por todo esto y más os animo a alzaros en
armas, animo a todos los supervivientes que puedan ver este último
reducto de civilización a no rendirse, a luchar y a hacerles pagar por
lo que nos han hecho.
Nunca os rindáis.
Espero volver a hablaros, un saludo
El ultimo guerrero.
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