El silencio lo
domina todo. Miro a mi alrededor y sólo hay oscuridad y algunos rayos de luz que se filtran a través
de la infinidad del firmamento. Los escombros de mi vida se amontonan bajo la
luz. Con aspecto fantasmagórico revolotean pequeños trozos de papel, que
mecidos por la brisa viajan sin rumbo y sin prisa hacia ningún lugar.
Me mantengo
inmóvil, tengo miedo. No alcanzo a ver mis pies y sé que caeré en el abismo del
olvido si me muevo.
Siento la
presencia de los demonios que me acechan desde las sombras, ansían devorar mi
alma, esclavizarla hasta el fin de los tiempos o hasta cansarse de su nuevo
juguete.
Las fuerzas me
flaquean, las piernas me tiemblan y amenazan con ceder ante el peso de estas
sombras, ante la aplastante verdad que me rodea, ante el cansancio que esta
situación me impone. Pero sé que aguántate, que tras las sombras hay luz, la
luz de su mirada y la calidez de su sonrisa.
Por ella, por
la más bella, por la que me acuna y me espera, por la que no descansa y me
aguarda en vela. Por el amor de mi vida... porque mi madre me espera.
Ahora sé que
por salir del pozo, ahora puedo volver con ella.
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