La sala del
consejo administrativo era una gigantesca sala semicircular por cuyos laterales
se alzaban veintitrés filas de asientos repletos de agentes del GCT,
administrativos corporativos, militares e inversores, estos últimos presentes
por ser una reunión informativa de explotación a puerta abierta. Frente a las
gradas, sentado sobre un enorme estrado, permanecía silencioso y con los ojos
semicerrados el encargado de finanzas y donaciones corporativas del GCT. En el
centro del semicirculo, el exponente hablaba abiertamente sobre los datos de su
corporación.
- La mina de
nuestra colonia en Disnomia a extraído mil quinientos cuarenta y dos toneladas
de Galio en el último mes, la donación exigida por el GCT es del cuarenta porciento
pero la corporación Karfa, generosamente, está dispuesta a ofrecer el cincuenta
y dos coma tres porciento. Ochocientas seis con cuatro toneladas a cambio de...
En la última
fila Nuño había dejado de prestar atención a lo que el administrativo jefe de
Karfa exponía a los presentes, sus ojos observaban al comandante de la flota de
Júpiter. Hacía casi dos años que lo había conocido por primera vez cuando había
acudido a su casa para informarle que la nave en la que regresaba su padre había
explotado.
Al parecer
los radares habían fallado tan solo unos segundos, pero al restablecerse la conexión
solo quedaban los restos de lo que antes había sido una de las más modernas máquinas
militares. Los restos fueron in mediatamente recogidos y el caso archivado rápidamente,
pero el cuerpo de su padre seguía desaparecido. El capitán de la flota le había
dado largas durante algún tiempo, pero finalmente se había comprometido a
encontrarlo. De todo aquello hacía demasiado y aún seguía sin saberse nada. Los
archivos inaccesibles y todo el silencio alrededor del tema no ayudaban a
calmar los ánimos de Nuño.
- Ahora
expone Noxtromo, a ver con qué nos sorprende esta vez. - La voz de su amiga y
compañera Hiria lo saco de sus pensamientos.
- Sí, sí. -
Se limitó a responder Nuño.
- ¿Qué te
sucede? - Preguntó Hiria, que tras una rápida ojeada a la sala se apresuró a
responder. - Otra vez estabas pensando en el comandante y tu padre. Nuño, de
eso hace ya mucho, ocurriese lo que ocurriese tu padre no va a regresar. No
merece que te obsesiones con el tema.
- Sé que el
comandante sabe más de lo que dice.
- ¿Y qué?
Los archivos son secretos, muy pocos pueden acceder a ellos si es que no se han
borrado ya. Olvídalo, sé que es duro, pero no puedes seguir así. Te estás obsesionando
con todo eso. - Dijo Hiria con preocupación.
- Necesito
respuestas y ese hombre las tiene. - Se limitó a contestar Nuño.
- Tú mismo.
- Hiria volvió a prestar atención a la exposición de datos de Noxtromo.
Al terminar,
Nuño comenzó a luchar contra la marea de gente que salía. Necesitaba hablar con
él. El comandante caminaba en dirección opuesta a la salida, posiblemente hacia
su despacho, o al menos eso creía Nuño.
- Comándate,
aguarde por favor. - Alzó la voz para hacerse oír sobre el bullicio.
- ¿Qué desea
sargen…? - El comandante se detuvo al reconocerlo. - Cada vez que nos vemos es
para lo mismo. ¿Me equivoco sargento? - Su rostro mostraba la molestia que
aquel encuentro le producía.
- Perdóneme
comandante, pero necesito saber si hay alguna novedad con respecto a mi padre.
Si pudiese ojear los informes del caso, a lo mejor una visión distinta… - El
comandante mandó callar a Nuño alzando la mano.
- Sargento,
sabe que eso es imposible. Hemos buscado sin encontrar nada. Ayer se cerró el
caso definitivamente. Lamento tener que devolverlo a la realidad pero su padre está
muerto, desintegrado en una explosión. - Respondió el comandante con semblante
marcial.
- Pero… -
Intentó volver a hablar Nuño.
- Ni peros
ni leches. - Le cortó de nuevo el comandante. - Le ordeno que lo olvide. Espero
que esta sea la última vez que nos vemos por este asunto. - Dicho esto se giro
y siguió caminando.
El joven
sargento permanecía observando como su superior se alejaba. Aquel hombre se
negaba a darle respuestas, habían cerrado el caso. No, el sabría la verdad costase
lo que costase.
El
comandante llego a su despacho. Estaba cansado y necesitaba paz, pero no se la darían.
En su despacho aguardaban dos militares de Noxtromo.
-
Comandante. - Dijo a modo de saludo el oficial de Noxtromo. - ¿Quién era ese
joven sargento que lo molestaba en el pasillo?
- No era
nadie. - Respondió el comandante.
- Vale. - El
oficial de Noxtromo afirmó con la cabeza. - Sigamos con el asunto que nos trae.
Aquí tiene lo que acordamos. - El soldado de Noxtromo, que había permanecido en
pie tras su oficial, avanzó y colocó el maletín que portaba sobre el
escritorio. - Medio millón de UMU. Noxtromo siempre cumple su palabra. Gracias
por cerrar el caso, pronto volveremos a hablar.
Los agentes
de Noxtromo abandonaron el despacho. El comandante observaba el maletín sobre
su mesa, con aquello podría retirarse y ser un hombre libre. No, nunca sería un
hombre libre mientras a Noxtromo le interesase.
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