La llovizna que caía incesante durante toda la tarde aprieta y una
lluvia intensa comienza a caer sobre el suelo, el Sol se oculta a gran
velocidad por el horizonte y la oscuridad gana terreno a cada segundo
que transcurre. Un hombre corre angustiado, ansioso por salir de aquel
enmarañado y espeso bosque. Los ojos rojos que había descubierto durante
la tarde de caza, ahora lo perseguían. El sonido de mil pisadas lo
envuelve todo, el aire se espesa con la agitada respiración de las
bestias que intentan cazar al indefenso hombre.
Un
último salto y habrá conseguido escapar, habrá logrado salir del bosque
con vida, una última zancada y la maleza que lo rodea habrá desaparecido
para siempre. Pero algo ha salido mal, su pie se ha enredado en algo y
siente como su cuerpo cae sin remedio.
Todo se vuelve
oscuro, muy oscuro, siente como cae pero en la distancia no existe
fondo. La presión de la caída le hace un fuerte nudo en la garganta,
intenta gritar con todas sus fuerzas, pero en su infinita caída no hay
lugar para el sonido, solo para la desesperación. Se agita y se
estremece, desea salir.
Se despierta sobre saltado,
tenso y con la respiración agitada, parece ser que solo se trataba de
otra de sus pesadillas. Abre los ojos una y otra vez, pero la oscuridad
sigue envolviéndolo. Se siente atrapado, algo lo envuelve y aprisiona.
Se revuelve frenéticamente, araña a su alrededor y miles de astillas se
clavan en las yemas de sus dedos.
Se niega a creer lo
que está sintiendo, su peor pesadilla se ha cumplido. Seguro que ha
sufrido otra crisis, pero esta vez es la peor de todas, pues esta vez lo
han enterrado mientras seguía vivo.
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